Adentrémonos en el fascinante mundo del potoo, también conocido como urutaú. Esta misteriosa ave no solo tiene un nombre impresionante, sino también una forma de vida igualmente impresionante. Con su elegante plumaje de colores gris, negro y marrón, el potoo es un maestro del camuflaje, y pasa el día escondido en ramas muertas, volviéndose casi invisible. Cuando anochece, el potoo sale de su escondite. Sus grandes ojos se abren, listos para avistar insectos voladores nocturnos, como las polillas. Con el pico abierto, flota silenciosamente en la oscuridad, persigue a su presa y la atrapa con asombrosa habilidad.
Pero el potoo no solo es un cazador fascinante, sino también el protagonista de una conmovedora leyenda contada por los shuar, un pueblo indígena de la región amazónica de Ecuador. Esta historia está profundamente arraigada en la cultura y la espiritualidad de los shuar y explica la melancólica llamada del potoo, que se oye por la noche al salir la luna.
Érase una vez una pareja que discutió acaloradamente. El hombre estaba enfadado con su mujer, Aóho, porque no había preparado suficientes calabazas para la cena. En su enfado, se subió a una parra para alejarse de ella. Pero cuando Aóho le siguió con una cesta llena de calabazas, cortó la liana frustrado. La mujer cayó al suelo y todas las calabazas cayeron con ella. Ese día, los shuar descubrieron la calabaza.
En medio de la pena y el dolor por este trágico suceso, Aóho se convirtió en pájaro, mientras que su marido ascendió a la luna. Desde entonces, todas las noches, cuando la luna está en el cielo, la mujer llama a su marido con un grito desgarrador. Los indígenas dicen que su llamada suena «aishirú, aishirú», que significa «mi marido, mi marido».
Así es como resuena en la oscuridad el canto lastimero del potoo, un eco de amor y pérdida que llega al corazón de todos. La próxima vez que oiga la llamada nocturna del potoo, piense en la leyenda de Aóho y su marido, y déjese hechizar por la magia y la melancolía de esta historia.